miércoles, abril 2, 2025
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TIENDA DE ESPEJOS.

HABLILLAS.                                                                                                               Por: José Ángel Parra.

En el añejo y nostálgico pasado del futbol mexicano (ahora resulta), la tirada era crecer con el aval de la Copa Libertadores. Mal que bien, los clubes no requerían a tantos jugadores foráneos y había una base nacional que disfrutaba cierto roce que permitía formar selecciones competitivas, independientemente de las eternas corruptelas en los equipos, que sólo dan cabida a los chamacos que pueden meterse a las nóminas mediante billetazos a los profes borrachotes.

Pero un mal día se disparó el volumen de extranjeros, se cerró la ventanilla de la Libertadores, desapareció el ascenso-descenso y durmieron al velador. En un tris murió el viejo modelo, óptimo para competir, y nos aferramos a la Liga de las comodidades al comprar el prototipo de los gringos, que da escudos y banderas a los talentosos latinos residentes allá, además de pagar grandes sumas por viejos ex astros de Europa.

Así, después de dar muchos palos de ciego, ante la repetitiva hazaña de un eternizado campeón en la Liga MX, los que anhelan regresar al protagonismo le han invertido un poco, al grado de que Los Panzas Verdes, por ejemplo, contrataron al colombiano James Rodríguez, y recientemente La Pandilla ha firmado al español Sergio Ramos. Más allá del aporte que puedan ofrecer los mencionados futbolistas de 33 y 38 años, respectivamente, le apuntan a la mercadotecnia antes que impulsar un genuino crecimiento que forme a las nuevas generaciones, cada vez más olvidadas por los dueños de la pelota.

Aun así, nuestra liguita es tan barata que a algunos les podrá funcionar la apuesta, pero eso no quiere decir que represente una genuina evolución. Ahí está el ejemplo de las pobrecitas Chivas o de los extraviados Pumas, que con pena arrastran el prestigio en partiditos contra inexistentes rivales de la Concachampions. Imaginen ustedes cómo le va a ir al otrora Rebaño Sagrado cuando se mida contra el América en los octavos de final de ese torneo.

Hoy la añoranza por los tiempos idos se incrementa cuando vemos con decepción el incremento de personajes involucrados en grotescos escándalos extra-cancha. ¿Qué nos ha pasado como sociedad que hoy envidiamos el lodo de los llanos, tristemente intercambiado por el légamo de las fosforescentes aguas residuales?

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